quarta-feira, 29 de abril de 2009

terça-feira, 28 de abril de 2009

Reconocer Jesús y comunicarlos a los otros.

La experiencia da resurrección fue para los Apóstoles de Jesús el mayor acontecimiento que ellos tuvieran y pudieran experimentar en sus vidas, por eso mismo, la resurrección de Jesús se torna en la primera comunidad cristiana el echo más importante de sus vidas.

         Como cristianos nos deberíamos preguntar ¿vivimos de verdad la resurrección? Jesús resuscitó de verdad en mi vida? Yo puedo transmitir en mi vida que creo en el resucitado? O solamente creo porque fue creado en el catolicismo? Y así estoy en la Iglesia porque  nunca tuve otra opción? Después de mucho o poco tiempo de vida cristiana, tengo yo experiencia del resucitado?

         En San Lucas (24, 13-49) danos a conocer que la experiencia de resucitado no es una experiencia solitaria: es experiencia comunitaria. Por eso los discípulos que reconocen Jesús al partir del pan van hasta Jerusalén trasmitir a los otros.

         Nuestra Madre Santa Teresa de Jesús también tuve la misma experiencia del resucitado: el en Libro de la Vida, ella dice literalmente seis veces: “vi a Cristo”. (V. 25, 11, 17; 36, 24; 38, 14; 39, 17). Esa experiencia de Cristo Resucitado y Glorioso que tuvo la Santa Madre al lardo de su vida fue siendo cada vez más fuerte hasta al final de su vida. Una experiencia que la daba plena certeza de Cristo, de su presencia viva e personal. Como los Apóstoles, la presencia del Resucitado en la vida de la Santa fue una experiencia que no hizo con que ella se acostase en su rincón, pero la hizo salir de su monasterio para mostrar a todas las muyeres y hombres el verdadero Rostro del Cristo Vivo. El Cristo de Santa Teresa es el Cristo del Evangelio: el Cristo amigo, el Cristo cercano, el Cristo Hombre como nosotros y nosotras, el Cristo que se compadece de nuestras debilidades, el Cristo que no nos condena.

         Cuando yo creo en Jesús, pero en mi vida no hay verdadera alegría,  pero solamente lamentaciones y  tristezas… Cuando digo que creo en Jesús Resucitado pero en mi vida hay solamente nostalgia del pasado, entonces no creo en el Resucitado. La verdad, es que creo en un fantasma. Pues la experiencia con el resucitado es un encuentro que cambia la vida. Es un encuentro con la misma persona de Cristo, el Cristo vivo. El Cristo en persona, el Hijo de María de Nazaret.

         El Jesús en que  creemos no un muerto, ni es una personaje histórica que solamente debe estar en los libros de la biblioteca, no es alguien que podemos decir que ya lo conocemos totalmente: Jesús, el Resucitado es persona y persona viva que está presente en la Eucaristía y se quiere hacer presente en la vida de aquel y de de aquella que cree en El.

         Ese es el Cristo nos habla toda la Biblia, es ese el Cristo anunciado por los Profetas, es El Cristo que conocieron los Apóstoles y que La Santa Madre nos enseñó.  Ese el Cristo vivo, que quiere estar comigo y contigo para cambiar la mía, la tuya e la nuestra vida. Es el Cristo que no atormenta, pero da la paz. Ese fue el Cristo que San Enrique lo conoció e lo amó y quiso que nosotros sus hijos y hijas lo conociéramos y lo amásemos.  

                                               Diác. Gabriel Sangando Samutumbo, MTJ